Una de las situaciones más dramáticas a las que se enfrenta cualquier empresa son los accidentes laborales, especialmente si tienen como consecuencia el fallecimiento o heridas graves de uno o varios empleados. Las consecuencias humanas, empresariales y mediáticas son profundas y la comunicación debe realizarse con cuidado y sensibilidad.
Un accidente laboral puede echar al traste todos los esfuerzos en política de comunicación llevados a cabo durante años. Sus efectos pueden ser:
● Distorsión de la imagen de la empresa.
● Rápido deterioro de la imagen corporativa.
● Mala percepción por parte de los públicos.
● En aquellos casos en los que la relación con la representación sindical no sigue el modelo colaborativo, un accidente laboral es la “excusa” para que los representantes sindicales exhiban su desacuerdo con la dirección; también puede ocurrir que ésta haya descuidado sus deberes en materia de prevención de riesgos laborales y el resultado haya sido el accidente y, por lo tanto, la crisis. En ambos casos, el conflicto sindical está servido.
La comunicación externa cobra vital importancia en estas circunstancias, de hecho si con anterioridad al accidente laboral, si se ha afianzado correctamente, pueden minimizar dichos efectos. Se trata de:
● Mantener buenas relaciones con los medios de comunicación: con esto se conseguirá minimizar la posible mala imagen de la empresa y ofrecer una visión más amigable de la misma.
● Conseguir que la comunicación sea veraz, transparente, rápida y clara: todo esto depende de la eficacia en la aplicación del plan de crisis en riesgos laborales.
Si bien todas las empresas deben aplicar la normativa en cuestión de riesgos laborales, es cierto que no todas asumen los mismos riesgos y estos, a su vez, no presentan el mismo impacto mediático. Los sectores que deben tener un plan de comunicación de crisis con mención especial a accidentes y riesgos laborales son los siguientes:
● Construcción.
● Minería, agricultura y pesca.
● Industria manufacturera.
● Transporte: compañías aéreas, marítimas, ferroviarias o de transporte de bienes y personas por carreteras.
● Manipulación de sustancias peligrosas.
La tipología de la crisis, por su parte, suele ser de “tipo A”, es decir, la repercusión en medios es alta y afecta al núcleo del negocio o actividad de la compañía u organización. Puede ocurrir que el impacto mediático se centre o limite a los medios locales del lugar en que ha ocurrido un accidente, en este caso, en ellos se deberán centrar los esfuerzos relativos a comunicación.
En general, este tipo de crisis requiere la intervención de los máximos representantes de la empresa como portavoces. Ésta es la mejor manera de mostrar una imagen de la empresa sensible y preocupada por los problemas de sus empleados. La actuación más correcta suele ser el reconocimiento de los hechos, la explicación de los mismos y el anuncio de medidas correctivas y preventivas a corto plazo.