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lunes, 19 de agosto de 2013

El control del tiempo en la gestión de crisis


El control de tiempo es fundamental en cualquier situación de crisis. Adelantarse a los acontecimientos es una habilidad factible cuando el Plan de Comunicación de Crisis está bien diseñado. El retraso en la respuesta no hace más que restar credibilidad a cualquier reacción posterior y acentuar el efecto de “bola de nieve” ante la crisis.
Desde el momento en que se desencadena una crisis, entendiendo éste como el momento en que el conflicto se hace público y aparece en los medios de comunicación, el protocolo a seguir es el siguiente.
Minuto cero: se tiene conocimiento del hecho que ha provocado la crisis. La prensa tiene conocimiento inmediato del suceso. Ya no es posible contar con el margen de tiempo que dan las rotativas o los horarios de los informativos televisivos; gracias a Internet, la repercusión mediática es inmediata.
Minuto uno: se convoca al comité de crisis previsto en el manual de comunicación de crisis. Los teléfonos del gabinete de prensa comienzan a sonar: la respuesta de sus responsables es que se están comprobando los hechos y, en breve, habrá una comparecencia o un comunicado oficial que explique lo sucedido.
Minuto 120 - dos horas sobre el minuto cero. El comité de crisis, tras reunir la información real sobre lo sucedido y la documentación adecuada, ha designado a los portavoces y ha redactado los mensajes y el argumentario que estos deben transmitir. Este proceso puede llevar más tiempo, en todo caso, la reacción a una crisis nunca debe superar las 24 horas. Lo ideal es dar una respuesta en torno a las 12 horas a partir del suceso, si no es posible antes. Al mismo tiempo, se ha redactado una nota de prensa para distribuir a los medios de comunicación y se han habilitado los espacios necesarios para reunirles en una conferencia de prensa, si se considera necesario.
Minuto 150 - dos horas y media sobre el minuto cero. Se envía a los medios de comunicación del listado previsto en el Plan de Comunicación de Crisis una nota o convocatoria de prensa para explicar lo sucedido.
Minuto 240 – cuatro horas sobre el minuto cero. Los medios están reunidos en la sala de prensa y se les ofrece la versión de la organización sobre los hechos. En la misma se incluirán las acciones preventivas o correctivas que se desarrollarán o “se están estudiando” para evitar futuros problemas. En esta primera comparecencia puede ocurrir que haya lagunas en la información disponible, cuanto esto es así la respuesta correcta es decir que se están intentando averiguar más detalles y que estos se comunicarán cuanto antes; nunca hay que aventurarse con las conjeturas y mucho menos “inventar” o adelantar datos que no están confirmados. Los portavoces se deben prestar a responder a las preguntas de los periodistas. Cuando la gravedad de los hechos ha justificado el desplazamiento de los portavoces al lugar de los mismos (caso de accidentes laborales, por ejemplo), la rueda de prensa se puede “improvisar” in situ; nunca se debe intentar evitar a los medios allí presentes.
Horas posteriores: tal y como está previsto en el Plan de Comunicación de Crisis, el trabajo tras estas primeras horas frenéticas consiste en hacer un seguimiento de los resultados e impactos de la reacción de la organización ante la crisis y, si estos no son los esperados, reforzar los mensajes con entrevistas, llamadas personales a los periodistas, etc. Los portavoces deben estar abiertos a requerimientos de información por parte de la prensa y, si el caso lo requiere, a nuevas comparecencias periódicas a  medida que se tengan nuevos datos. Durante unos días, y en tanto el interés informativo no decaiga, es conveniente mantener un perfil de comunicación alto.
En paralelo a estas acciones, los responsables de relaciones institucionales de la compañía –también presentes en el comité de crisis- deben mantener la información y el contacto con los socios, distribuidores, proveedores, etc. de la empresa. El mensaje destinado a ellos deber ser exactamente el mismo que el reflejado en la prensa, lo contrario supone una desacreditación total de la organización frente a su mercado, e incluso se les puede aportar cierta dosis de “información privilegiada”. El objetivo es que el ecosistema comercial que gira alrededor de la compañía no se desquebraje.

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