Os vamos a hablar de la tipología de crisis en función de su intensidad, así como
las normas básicas de actuación en cada caso.
·
Tipo A: La repercusión en medios es alta y afecta al núcleo del negocio o
actividad de la compañía u organización. Requiere la intervención de los máximos representantes de la empresa
como portavoces. La actuación más correcta suele ser el reconocimiento de los
hechos, la explicación de los mismos y el anuncio de medidas correctivas y
preventivas a corto plazo.
·
Tipo B: La
repercusión pública es media y la crisis, aunque no afecta al grueso del
negocio, sí tiene implicaciones en su ámbito de producción y en su imagen.
Requiere la intervención como portavoces de directivos de importancia aunque no
de primera fila (por ejemplo, jefes de producto, directores de marketing,
etc…). La estrategia debe ser similar a la anterior.
·
Tipo C: La
repercusión mediática es escasa y el problema no es relevante para el ámbito de
actuación de la organización. Con la intervención del
director de comunicación o gabinete de prensa es suficiente. La norma a seguir
es no lanzar un mensaje a todos los medios con carácter general ya que esto
solo significaría ponerles sobre aviso de algo que les ha podido pasar
desapercibido y crear lo que se llama el efecto “bola de nieve”, sino dirigirse
personalmente al o los medios que se hayan hecho eco del problema y ofrecerles
colaboración y explicaciones personalizadas.
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